jueves, 16 de octubre de 2008






No hay mensaje en mis lineas,
ni lineas en mis manos.
Mis manos son menos manos
y más andrajos,
ingravidez del tejido
que vuela sin sueños;
empezar a tirar las paginas
que no quiero, de mi vida,
por la ventana del tren.
Se escurren mis años
entre la pintura
de una habitación de hotel
en la que algún día dormí.
Desear.
Desearía viajar al subsuelo,
hacer letras con lombrices,
poemas de tierra húmeda
de historias de amor inefable
que enterrar en un jardín
de llamas y besos rojos:

Me perderé, me consumiré
entre mis recuerdos
en este desierto mental,
donde día tras día, la arena
evapora la memoria hasta
por fín, dejar de pensar.