jueves, 16 de octubre de 2008






No hay mensaje en mis lineas,
ni lineas en mis manos.
Mis manos son menos manos
y más andrajos,
ingravidez del tejido
que vuela sin sueños;
empezar a tirar las paginas
que no quiero, de mi vida,
por la ventana del tren.
Se escurren mis años
entre la pintura
de una habitación de hotel
en la que algún día dormí.
Desear.
Desearía viajar al subsuelo,
hacer letras con lombrices,
poemas de tierra húmeda
de historias de amor inefable
que enterrar en un jardín
de llamas y besos rojos:

Me perderé, me consumiré
entre mis recuerdos
en este desierto mental,
donde día tras día, la arena
evapora la memoria hasta
por fín, dejar de pensar.

6 comentarios:

dijo...

la memoria se evapora, pero deja rastros que no podemos negar.
Me encantó tu poema.
Besos

Santy Martínez dijo...

encantado de encantarte.
un abrazo!

Jesús Arroyo dijo...

Hola:
Entro en "tu casa" para agradecerte la visita. Si me lo permitres, pasearé por tus letras.
Saludos.

AQ dijo...

La memoria,
esa guerra sucia con uno mismo,
que habita en una canción de seis minutos.
Pero y si
borrasemos los nombres
de las placas de las ciudades
de los recuerdos
pasados
para nunca olvidar

Alejandro S. dijo...

Ehh, no te sientas obligado a decir que sí, pero... ¿Quieres afeitarme los cascabeles?

¡¡ABAJO LA SERIEDAD!!(Te la debía)

De antes más dijo...

Lo mejor de recoerdar es pensar que nunca se olvide eso que tanto queremos.